Mickey Rourke y la vida como tragedia

 MICKEY ROURKE / ZOO MAGAZINE  SEPTEMBER 2005 BY BRYAN ADAMS

Con una reputación de rebelde inconformista, Mickey Rourke crea un atisbo de autenticidad impropia en sus interpretaciones identificando arte con vida.

Todos lo recuerdan con esa voz suave y tranquila (en su versión original) desmentida con su aspecto de hombre rudo con sonrisa pícara y cigarrillo caído en la comisura de los labios; el actor que mejor fuma en la pantalla, con el permiso de Bogart por supuesto, y junto con este, Marlon Brando y Javier Bardem, uno de los rostros más interesantes que ha dado el cine en mucho tiempo.


ORÍGENES

Philip Andre Rourke (más tarde se cambiará el nombre por el Mickey en honor a su ídolo del baseball Mickey Mantle) nació en Schenectady, Nueva York, un cálido verano de 1956, que fue la fecha que le dijo el actor a Christopher Heard para la biografía Mickey Rourke: High and Low, para luego cuando tenía siete años, mudarse junto con su madre, hermano y hermana a Miami, tras la ruptura de sus padres. Esta separación y el nuevo sitio donde ahora vivían, Liberty City, un barrio conflictivo de Miami poblado en su mayor parte por cubanos y afroamericanos, junto a su nuevo padrastro, un policía de Florida, no sentó demasiado bien al joven Rourke, quien luego diría: "me hubiera gustado venir de un sitio normal".

Tras mudarse luego a Miami Beach y traerle de cabeza los deportes, primero el baseball, del que fue entrenador de un equipo juvenil, y más tarde el boxeo a la edad de catorce años, Mickey participó en una obra de teatro en el papel de "Ojos Verdes" en la obra de Gean Genet Death Watch, a sugerencia de un amigo. De esa experiencia diría: "fue la primea cosa que hacía que valía la pena en cuatro años". Un día tras decirle otro amigo que acababa de salir de la cárcel, que se uniera a él para llevar a cabo su próximo robo, Rourke le dijo: "No tío, voy a ser actor".

Mickey le pidió 400 dolares a su hermana y voló a Nueva York para inscribirse en el famoso Actor's Studio. Tenía diecinueve años y era 1975, fecha en la que estaba al mando de la escuela el legendario Lee Strasberg, principal impulsor de El Método (basado en el sistema de Stalivnaski), disciplina según la cual el actor usa las experiencias de su propia vida para interpretar al personaje, proporcionándole una verdad inherente. Tras pasar las pruebas, Rourke empezó a estudiar con Sandra Seacat, que dijo del actor: "los instintos de Mickey eran muy naturales, como los de un animal". Uno de los papeles que interpretó durante sus años en el estudio fue el de Ricardo III en la obra homónima de Shakespeare. Durante esos años Mickey dijo: "fueron cuatro años en los que me aislaba día y noche para capturar la esencia".

LA VIDA COMO ESPECTÁCULO


"Muchos me dijeron que no volvería a luchar, y es lo único que hago. Cuando vives duro y juegas duro... puedes perder... y pagas el precio. En esta vida puedes perder todo lo que amas, a todos los que te aman... no escucho como antes.. olvido cosas, y no soy tan guapo como antes, pero ¡maldita sea! sigo aquí y lucharé. El tiempo pasa y me dice: estás acabado, eres un perdedor, ha terminado... ¿sabéis qué? ¡los únicos que me dirán cuando he terminado sois vosotros, los que hoy estáis aquí!".

Este es el discurso que dice Randy "The Ram" Robinson en su último combate y que para todos aquellos que hemos seguido la trayectoria de este actor sabemos que son las palabras de Mickey Rourke las que salen por la boca del luchador. Un luchador-actor que muere por lo que ama, por el espectáculo y el arte. Para darle sentido a su vida y convertir así el drama y la pasión en un juego estético que involucra a los espectadores, ayudándolos así a soportar la vida bajo un velo de belleza, un velo de arte.

Es bien sabido que el método de Stalivnaski que se seguía en el Actor's Studio proponía una integración total entre la representación y la vida del que representaba hasta el punto de que el actor vivía como el personaje en su vida diaria, creando una verosimilitud hasta entonces poco usual en las interpretaciones. Seguidores de este método fueron Marlon Brando, James Dean, Montgomery Clift, Al Pacino, Dustin Hoffman y Robert de Niro, entre otros.

A lo largo de su carrera Mickey Rourke siempre ha tenido un especial interés en interpretar personajes perturbados, locos bajo una apariencia de normalidad, buscando en ellos la racionalidad más que la enfermedad mental que los pierde. Transmitiéndoles sus propias vivencias y sentimientos, uniendo vida y obra en un mismo elemento. Dejándole cada personaje una marca en su existencia. Modelando cada personaje con su personalidad al mismo tiempo que este lo modela a él con la suya. Un dar y recibir. Un toma y daca semejante a la manera de concebir la obra pictórica de Jackson Pollock.

Ni él mismo se dio cuenta ni supo por qué el público comenzó a reconocerlo en los personajes que interpretaba creyendo que él era esos personajes torturados por un nihilismo (Nueve semanas y media) que la mayor parte de las veces le roba la vida (La ley de la calle) o un sentimiento de culpa del que quiere redimirse (Requiem por los que van a morir) o en el mejor de los casos un perdedor cuyos sueños nunca se cumplen (Sed de poder) y en el peor, un alma sin identidad guiada por el mal (El corazón del ángel).

Ese sentimiento de vacío, de pérdida de identidad, fue el que le hizo subirse a un ring de boxeo en los años 90 dejando atrás su exitosa carrera como actor, que para él no significaba nada. Rechazando grandes personajes como el que le ofrecieran Quentin Tarantino en Pulp Fiction, que luego interpretó Bruce Willis, y Brian de Palma en Los intocables de Eliot Ness, que interpretaría Kevin Costner. El boxeo, que había dejado en sus años juveniles, no le había abandonado y volvía para acabar con gran parte de su atractivo físico teniendo que hacerse múltiples operaciones para poderse reconstruir el rostro, además de dejarle un cuerpo musculoso excesivo como consecuencia de los anabolizantes.

Para entonces su carrera en el boxeo estaba acabada y volvía al cine no pudiendo más que conseguir papeles degradantes en películas mediocres que vistas hoy crean en el espectador un sentimiento de nostalgia y melancolía que le hacen preguntarse ¿por qué? Ni el propio Rourke lo sabe. Como si por alguna extraña razón su cuerpo hubiera sido sometido a esas transformaciones para poder interpretar papeles como el de Marv en Sin City o Randy Robinson en The Wrestler.

Su vida ha acabado por parecerse a su obra. Su realidad reflejada en ficción. La ilusión vuelta en verdad. La vida como tragedia, entendida esta en una esfera puramente estética, como arte. Opuesta a la verdad, que se oculta bajo un velo de belleza para poder soportarla. Un juego con el dolor confiando en el poder infinito de sus encantos.


Artículo publicado en Suite101: Mickey Rourke y la vida como tragedia


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