Enrique Brinkmann: Otra vez informalismo

ENRIQUE BRINKMANN

Si entendemos que a partir de las Vanguardias el arte no ha dejado de demandar formas nuevas y de hecho es en la creación y uso de la forma en lo que se fomenta el arte, entonces toda forma que no sea nueva sería llamada no artística, estando así fuera del arte.

Sus primeras obras expuestas son su autorretrato al óleo, fechado en 1962 y sus tintas chinas sobre papel, que traslucen unos dibujos espontáneos ligeramente abstractos. Luego, sus técnicas mixtas a la manera de cuadros informalistas con reminiscencias del Art Brut de Dubuffect y los Otages de Jean Fautrier. Además de caligrafias tachistas a lo Georges Mathieu. Para acabar esta primera planta con sus cuadros El sueño de Brueghel (1974), H.P. Lovecraft (1974) y Personalidad en descomposición III (1975), posiblemente lo mejor de toda la exposición por haber sabido el artista crear unas imágenes que si bien parten del informalismo , sabe distanciarse de éste al ilustrar un tema concreto y contemporáneo con un lenguaje que le acerca a los procedimientos y técnicas del ilustrador más experimentado, consiguiendo unas imágenes a caballo entre lo surrealista y lo grotesco, lo narrativo y lo poético.

Pero Brinkmann no siguió por ese camino sino, como pude comprobar en las plantas superiores, por el contrario prefirió volver a crear esas pobres imitaciones de lo que fuera el informalismo y el tachismo de los años cuarenta, pero si cabe todavía menos personales que las de la primera planta, en las que había tenido atisbos de personalidad a la hora de crear esas formas orgánicas. Sus cuadros de los años ochenta son aún mas desoladores en esa falta de ideas que comienza a ser patológica, intentando suplirlas arañando el soporte, rompiendo la materia en ese afán por conseguir crear una textura que llene el 
vacío que su obra encierra. Pero todo intento es inútil y no le lleva más allá de, ya en los años noventa, copiar a Pollock no solo en el formato sino en su composición homogénea de los cuatro lados del lienzo, para conseguir el efecto de campo que tan buenos resultados le diera al pintor americano y que tanto copiaran posteriormente artistas como Robert Ryman y Cy Twombly.

Pero la cosa no acaba ahí sino que, ya en la tercera y ultima planta, descubro con asombro como ahora, en este siglo, ha sustituido las espesas manchas de pintura sobre tela que le asemejaban al Alberto Burri de 1953, por números y letras, ya sea pegados como un collage o directamente pintados sobre el soporte, como ya hiciera en los años sesenta Gerhard Hoehme. Por ultimo incorpora la maya de acero. Pero todo intento es inútil. Enrique Brinkmann se encuentra totalmente perdido en un siglo en el que si bien no se ha enterado de las nuevas incorporaciones tecnológicas y los nuevos motivos y temas es porque no quiere enterarse y prefiere vivir en una farsa que se ha creado rememorando una vez más los tiempos de los pintores informalistas y tachistas de mediados de los años cuarenta.

Pero achacarle falta de originalidad a Brinkmann no seria justo y si valoráramos las obras de arte siguiendo solo ese patrón entonces pocos artistas nos quedarían y por ende no podríamos jugar tan bien a ese juego tan divertido de la obra de arte y sus artistas.

Si entendemos que a partir de las Vanguardias el arte no ha dejado de demandar formas nuevas y de hecho es en la creación y uso de la forma en lo que se fomenta el arte, entonces toda forma que no sea nueva sería llamada no artística, estando así fuera del arte. En realidad todo el arte del siglo XX gira en torno a tres personajes: Picasso, principal artífice de la modernidad que supo entender qué era el arte y qué camino seguiría, abriendo grandes posibilidades en la realidad del cuadro, entendiendo ésta como ficción paralela a la realidad y que no tiene porqué seguir sus normas; Duchamp, que entendió a Picasso en su poética de libertad artística, llegando a romper mas todavía las barreras entre arte y realidad con sus ready mades, creando en el espectador esa pregunta que aun hoy se hace de ¿es esto arte?, y por ultimo Jackson Pollock, aquel que partiendo una vez mas del genio de Picasso y asimilando su idea de libertad rompió completamente con la idea representativa de cuadro acabando con la representación clásica de figura y fondo y creando una homogeneización de la superficie entendida como tal, un espacio en el que proyectar sus pensamientos a partir de sus gestos, consiguiendo congelar así sus imágenes en el tiempo.

Y a partir de estos tres artistas y sus creaciones se ha creado lo que ha dado en llamarse arte moderno, que en nuestros días es contemporáneo, pero en el que salvando la fotografía, la video creación, las instalaciones y las nuevas incorporaciones del ordenador, poco nos ha ofrecido realmente nuevo, llegando a ser, como ocurre ahora con Brinkmann nada más que una pobre imitación de formas ya pasadas.

Málaga, junio de 2008

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